Rótulo en idioma local es la norma en toda la región. Incluye alertas por transgénicos
SANTO DOMINGO. Un fantasma recorre América Latina, y según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se llama “Codex Alimentarius”.
Esta norma (que significa “código de los alimentos”) es una colección reconocida internacionalmente de estándares, prácticas y guías que incluyen las recomendaciones relativas a los alimentos, su producción y seguridad alimentaria, que tiene el objetivo de proteger al consumidor
El primer fuego cruzado se dio en República Dominicana desde por lo menos el 2009, cuando Pro Consumidor aprobó el Reglamento Técnico de la norma Nordom 53, antes emitida por la entonces llamada Dirección General de Normas y Calidad (Digenor).
El blanco del fuego cruzado, en el reglamento dice así: “Las inscripciones en las etiquetas deben ser hechas en forma tal que no desaparezcan bajo condiciones de uso normal, ser fácilmente legibles a simple vista y redactadas en el idioma español, o en el español y otro idioma”.
Desde ese año y hasta la fecha no se implementaba, o se hacia a medias, mediante el pegado en algunos productos de una etiqueta complementaria, con la traducción al español de la original, pero que con frecuencia era ilegible.
Entonces, como ahora, la Asociación de Industria de la República Dominicana (AIRD), cuyos miembros tienen sus productos bajo la competencia de las importaciones de los alimentos pre envasados, apoyó de forma entusiasta la norma. Su vicepresidenta Ejecutiva, Circe Almánzar, declaró sentirse “complacida con la medida”.
La aplicación de la medida fue anunciada por el ministro Administrativa de la Presidencia, José Ramón Peralta, el 13 de junio pasado, a la salida de una reunión con los de Agricultura, Industria y Comercio, Salud Pública, y con representantes de organismos reguladores, entre ellos, Pro Consumidor. “Lo importante de esto es que, en lo adelante, cada dominicano sepa lo que va a consumir, porque va a leer su contenido en español y que si ese producto viene en otro idioma, deberá tener una etiqueta adicional en español, para que se sepa lo que se está comprando”, se declaró.
Circe Almánzar pidió algo más: que la etiqueta complementaria no se permita, “como no la permiten la mayoría de los países a los que exportamos productos”, de modo que venga en español desde el origen.
En términos similares se expresó la Asociación de Productores de Leche (Aproleche). Su presidente, Eric Rivero, declaró que el sector ganadero “comienza a ver la luz al final del túnel”, porque las autoridades no permitirán la entrada al país de productos lácteos importados sin su etiqueta en idioma español.
Este sector nacional, al igual de los de los derivados lácteos, ha estado demandando el freno a las importaciones, que dicen les llevan a la quiebra.
Del otro lado del frente, la Asociación Nacional de Importadores (ANI), cuyos miembros importan desde vehículos hasta productos farmacéuticos, le pide al Ministerio de Industria y Comercio que evite que la implementación del etiquetado en español provoque un desabastecimiento en el mercado local, que entiende que podría alcanzar al 50% de los productos traídos desde el exterior. Esto fue negado por Anina del Castillo, directora de Pro Consumidor.
El mercado y los detallistas
El mercado de hispanos
Un informe del Instituto Cervantes titulado “El español en el mundo”, revela 509 millones son hispanohablantes. De esos, 470 millones tienen como idioma materno al español. Todo son consumidores, distribuidos en cinco continentes, y la mayoría en América Latina.
Los grandes detallistas
Los grandes centros detallistas, organizados en la Organización Nacional de Empresas Comerciales (ONEC), han estado trabajado en la colocación de las etiquetas en español. Los avances son visibles. Pero, también es visible que en cantidades significativas de artículos no está la etiqueta, lo que puede ser explicado por los altos volúmenes de mercancías, y por su intensa rotación. Y por lo general, las etiquetas complementarias son de difícil legibilidad.
La mano del regulador
A partir del primero de enero de 2017, además del etiquetado en español, todos los productos alimenticios, de manufactura local y extranjera, deberán tener el registro sanitario. Mientras, Pro Consumidor visita los comercios para que se apliquen las normativas.
http://www.diariolibre.com/economia/el-etiquetado-en-espanol-bajo-el-fuego-cruzado-de-guerra-silente-CY4562422