El economista chileno se refiere a la baja en los precios del petróleo y la necesidad de un Banco Central más autónomo

El economista chileno e investigador de Harvard Felipe Larraín sugiere aprovechar el entorno económico internacional. | Lésther Álvarez

El economista chileno e investigador de Harvard Felipe Larraín sugiere aprovechar el entorno económico internacional. | Lésther Álvarez

La economía mundial está en un momento bastante desafiante. Los mercados reaccionan rápidamente y se inicia, más temprano que tarde, un nuevo ciclo de commodities. Los países en desarrollo deben estar listos y adelantarse a lo que se avecina.

Felipe Larraín, director del Centro Latinoamericano de Políticas Económicas y Sociales (Clapes-UC), fue ministro de Hacienda en Chile (2010-2014), es doctor en Economía de Harvard y es un investigador de la realidad mundial. A su entender, las cifras de crecimiento del producto interno bruto (PIB) de República Dominicana “le dan envidia”, pues se dan en un contexto internacional de desaceleración.

Felipe Larraín, que vino invitado por el Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles (CREES) a dictar la charla “Los riesgos de la economía mundial: ¿Cómo prepararnos mejor?, destaca que la recuperación de Estados Unidos, aunque esté ralentizada, ha tenido un efecto importante en las cifras que hoy muestra el país. A su entender, los precios del petróleo no volverán a los niveles altos e históricos de hace unos años.

¿Qué nos dice el entorno económico mundial en estos momentos?

Estamos en un momento de la economía mundial que es bastante desafiante. No tenemos una crisis externa; este no es el período 2008-2009. Hay gente que dice que podríamos estar en la antesala de 2008-2009, pero yo creo que no, que no tenemos una crisis económica. Y si uno ve el comportamiento de las principales economías nos daremos cuenta que Estados Unidos está creciendo, aunque el tercer trimestre creció 1.5%. Obviamente que está afectado por el sector externo, ya que el dólar se ha apreciado y le ha quitado competitividad a las exportaciones norteamericanas con un aumento en las importaciones.

¿Cómo percibe usted la economía estadounidense?

El tema es que Estados Unidos anda más o menos bien, Europa se ha recuperado de la recesión, lo que no quiere decir que no tenga problemas. No sacaría conclusiones por la ralentización económica estadounidense en este trimestre. Sus proyecciones de crecimiento están sobre el 2%. Estados Unidos está andando bien, aunque podría andar mejor.

¿Qué podemos decir de Europa?

Desde mi perspectiva, Europa se recupera de una recesión de siete trimestres. No podemos decir que Europa está creciendo estupendamente. De hecho, el problema griego es posible que vuelva porque aún no se ha solucionado. Grecia no puede servir su deuda y los acreedores europeos tendrán que darse cuenta. Creo que el problema lo han pateado más adelante. Hay una desaceleración en China. Pero si se mantiene creciendo las cifras oficiales son en torno al 6.9% o 7% en el último trimestre.

¿Qué le parece el comportamiento de la economía dominicana?

Hoy día no tenemos una crisis. He estado mirando algunos elementos que son muy positivos para República Dominicana. Miro los números de este país, y yo, viniendo de Chile, me da un poquito de envidia. Antes quizá ustedes nos miraban a nosotros, pero hoy día me dan un poquito de envidia estas cifras de crecimiento en torno al 6% anual. Llama la atención acá porque hay una desaceleración de los mercados internacionales. RD tiene algo de desaceleración, pero se mantiene creciendo prácticamente a la cabeza de América Latina. Y lo interesante es que esto ocurre a nivel de las economías pequeñas, mientras que las más grandes crecen menos. República Dominicana y Panamá son las que más crecen, aunque cada una tiene sus situaciones específicas.

¿Qué favorece en esta coyuntura a República Dominicana?

En primer lugar, el 50% del comercio es con Estados Unidos, nación que está tirando de la economía dominicana por dos vías: desde las exportaciones, pero también a través del turismo, que dada su importancia para el país hace que esté bien posicionada, diversificada y con una calidad muy alta en los servicios.

¿Cómo ha impactado la caída del petróleo?

La caída en los precios del petróleo para los países de América Latina, y ahí tenemos realidades muy diversas, ha sido beneficiosa para los que son importadores netos. Aquí estamos en el mismo carro Chile y República Dominicana. El 100% del crudo que consumimos es importado. El precio del petróleo se ha desplomado más del 60%. Entonces, aquí hay una recuperación en términos de precios de intercambio por la relación de precios de importación y exportación que es muy significativa. Además, hay un efecto benéfico en la inflación doméstica, pues también se ha traspasado a los precios. Alguien podría decir que no, pero sí han caído los precios domésticos de los combustibles.

¿Cuáles son los elementos que a su juicio constituyen los riesgos de la economía mundial?

El primer elemento a tomar en cuenta como riesgo es la desaceleración de China. Debemos prepararnos para una economía china que crece menos y es posible que se desacelere aún más. Si esto se convierte en una caída fuerte de crecimiento todos tendremos problemas, a pesar de que, en forma directa, República Dominicana depende poco de China. Sin embargo, una desaceleración de esta economía afectará a los principales socios comerciales dominicanos. No creamos que por el hecho de tener pocas exportaciones a China nos vamos a librar. Aquí estamos todos metidos en este saco. Este no es un cuento chino, es verdad.

¿Qué marca la actual coyuntura económica?

El otro elemento es el fin del súper ciclo de los commodities. Ya es un hecho. El precio del barril de petróleo no volverá a los US$100. Y gracias a Dios, decimos nosotros. En Venezuela, Colombia y Ecuador dirán que es lamentable. Estuve mirando que aquí en República Dominicana las importaciones del petróleo son de alrededor del 8% del PIB. Es una cantidad muy, muy importante para ustedes. Claro, ese fin del súper ciclo de los commodities ha traído también una caída en los precios del oro.

¿Por qué es tan categórico al decir que el petróleo no volverá a los US$100?

Porque creo que ha habido cambios por el lado de la oferta y la demanda que van a impedir que el petróleo vuelva a los US$100. El cambio por el lado de la oferta es el más importante por lo que ha pasado en Estados Unidos. El petróleo de esquistos (shale gas) ha sido toda una revolución.

¿Qué influencia tendrá EEUU en este proceso?

Estados Unidos pasa de ser uno de los principales importadores de petróleo, poco a poco ha ido reduciendo sus importaciones y es posible que antes de fines de esta década esté transformado en un exportador neto de combustibles. Esto cambia la ecuación de la economía mundial. El otro elemento es la desaceleración china, que también incide en el precio del petróleo. Por esto es que no volverá a los US$100 y, en cambio, lo más probable es que se mantenga en torno a los US$50 el barril.
¿Qué otro elemento significa algún riesgo económico?
En cuanto a los riesgos, el tercer elemento es el cambio de la política monetaria con el inminente aumento de la tasa de interés en Estados Unidos. Esto tendrá un efecto en todo el mundo. Este cambio nos obliga a prepararnos como mercados emergentes, especialmente los latinoamericanos que tenemos distintas realidades.

¿Cuál es la mejor forma de país prepararse?

En cuanto a política monetaria, básicamente tener un sistema de metas de inflación, que lo tiene República Dominicana. Pero yo sugeriría, además, autonomía del Banco Central, que no depende de la nominación del Poder Ejecutivo, sino que su autoridad debe ser ratificada por el Congreso y con una ley clara que oriente su actuación al control de la inflación.
¿Qué dice la experiencia en América Latina?

La experiencia en la región dice que los bancos centrales se están moviendo hacia la autonomía. Esa es la realidad. Y muchos países que antes no la tenían. En Chile esto ocurrió en 1990.

¿En qué elementos se enfocan, entonces?

Los países están enfocándose en bancos centrales autónomos, metas de inflación y agregaría una tercera ecuación, más allá de que sea la más popular, más allá del manejo óptimo de la política monetaria o cambiar, es la flotación cambiaria. Un sistema de flotación que es que han adoptado economías como Colombia, Perú, Chile y México, en algunos casos con mayores y menores grados de intervención. Básicamente, la determinación del tipo de cambio se le deja al mercado. Quizá aquí no funciona (…) pero en otros países sí funciona la flotación cambiaria.

¿Cómo protegerse de la volatilidad cambiaria?

Hay que desarrollar los mercados de futuro para protegerse de la volatilidad de los tipos de cambio. Yo le diría que en este momento Ecuador, por ejemplo, estará añorando tener un tipo de cambio con más flexibilidad que haber abolido su moneda, que lo hizo en un momento de crisis, y hoy día con el dólar de Estados Unidos con moneda local es un país que, a todas luces, requiere devaluar, pues ha tenido un shock petrolero muy significativo.

…¿y el caso de Brasil?

Brasil no la tiene y ese es uno de los temas importantes. Es una economía importante que está en problemas muy serios; que se le escapó la inflación y hoy día está con la tasa de interés más alta del mundo emergente, ya que están en alrededor del 15%. ¡15% de tasa de política monetaria! Eso es lo que tiene Brasil.

¿Qué podemos decir en el área fiscal?

En el área fiscal podemos decir que hoy día tenemos una política de última generación. Una sugerencia que hago al país, desde mi humilde óptica, es que se adopte una regla fiscal estructural. ¿Qué significa? Que la política fiscal esté orientada al largo plazo y no al corto plazo, que permite a un país hacer política fiscal contra-cíclica. ¿Por qué? Porque en los períodos de bonanza se ahorra y cuando hay vacas flacas se pueden permitir mayores déficits. Esto hace que podamos equilibrarnos en el largo plazo, pero no año a año.
¿Cuál debe ser la función de la política fiscal?
El rol de la política fiscal es quitar volatilidad a la economía. Por eso hablamos de una política contra-cíclica. La política fiscal óptima es una contra-cíclica, que en los períodos malos puede expandirse para apoyar a la economía y en los tiempos muy buenos, donde el sector privado anda muy bien, le puede quitar fuerza a la expansión fiscal, a fin de no exacerbar los problemas que podrían venir de una expansión muy fuerte de la economía.

¿Se aplica en otros países?

Por supuesto. Se está aplicando en Perú, Chile y Colombia, por lo que mi sugerencia es que aquí también la consideren. Esto requiere hacer un trabajo técnico, que es determinar cuál es el crecimiento tendencial o potencial de la economía para determinar de acuerdo a eso cómo evoluciona el ingreso fiscal estructural, no el corriente. Esta es otra cosa que me parece importante.

¿Qué sugiere en términos laborales?

Considero importante implementar una revisión de la legislación laboral para permitir que se desarrollen algunas cosas importantes, como sería un buen seguro de desempleo, que no existe en el país. Podría reducirse la rigidez de la compensación por año de servicio poniendo un buen seguro de desempleo. Es posible darle más protección a la economía sin desproteger al trabajador.

¿Cómo flexibilizar sin afectar a los trabajadores?

Cuando hablamos de flexibilidad no puede ser a costo de la desprotección de los trabajadores. Por eso hay que desarrollar, porque no lo existe aquí, un buen seguro de desempleo. Pero hay que hacer compatible que la economía pueda responder ante un período más complejo. Siempre hay que preocuparse y ocuparse de mantener las condiciones para el crecimiento económico, pues es la mejor forma de reducir la pobreza, que todavía afecta alrededor del 40% de los dominicanos. Este país tiene un nivel de desigualdad mayor a la media latinoamericana, que de por sí es elevado.

¿Qué le parece la relación deuda pública-PIB?

Es una medición internacional; se utiliza deuda pública con relación al PIB. Lo que pasa es que las estadísticas internacionales normalmente comparan deuda pública no financiera (SPNF). Pero sucede que a veces hay economía que la deuda pública tiene un componente cuasi fiscal y otro financiero. Encuentro aquí República Dominicana tiene un 33% de deuda-PIB, pero cuando añadimos la deuda cuasi fiscal, la que está en poder del Banco Central, la relación sube por el orden del 50% del producto. Esto sí es relativamente elevado. Es un tema que hay que mirar. Ahora bien, esto no puede corregirse de la noche a la mañana. Debe tratar en el tiempo. Es necesario una institucionalidad fiscal.

¿Cómo se impone la disciplina fiscal?

Lo primero que debemos tener claro es que la disciplina fiscal no se logra con colocar un buen ministro de Hacienda o por un presidente de la República que está preocupado. Debe imponerse porque hay instituciones que funcionan independientemente de quien sea la persona que ejerza la autoridad. Ahí está el valor de las instituciones. Obviamente, hay personas que lo hacen mejor que otros, por lo que debe buscarse gente idónea.

…¿y qué hay con las presiones que debe resistir este funcionario?

Una de las labores del ministro de Hacienda es resistir las presiones. Un ministro de Hacienda que cede a todas las presiones no debería nunca ser ministro. Para no ceder a las presiones lo que debemos tener es un poquito de ayuda, y ahí entra la institucionalidad y estar dentro de ese esquema.
¿En qué medida el servicio de la deuda pone en riesgo la estabilidad económica de un país?
Aquí no hay un número mágico. En el caso de Chile la relación de la deuda es de aproximadamente el 14% del PIB (SPNF). Mientras más alta es la deuda es lógico el servicio absorbe una mayor parte de los ingresos públicos. Es un tema que requiere una solución de mediano y largo plazo.

¿Cuál es su opinión sobre el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica o TPP?

Hemos sido partidario de lo que hemos llamado el regionalismo abierto, de estrechar los lazos con nuestra región, pero sin aumentar las barreras con el resto del mundo. De eso se trata la política de regionalismo abierto y es la que yo recomendaría.

¿Por qué el TPP?

En ese sentido, debemos aprovechar estos nexos más allá de lo aromático. Estamos hablando de cómo aprovecharlo en materia comercial. En cierto modo es una respuesta a la inconclusa Ronda de Doha, que va para 15 años sin finalizarse. Lo lógico es integrarse a la economía mundial. Aunque el TPP no sea la panacea quedarnos fuera sería un error. Es conveniente participar, protegiendo los intereses de los países.

SOBRE LARRAÍN
Doctor en Economía (Harvard), co-autor con el reconocido economista Jeffrey Sachs de uno de los libros sobre economía más usados en las universidades a nivel mundial: Macroeconomía en la economía global. Además, es director ejecutivo del Centro Latinoamericano de Políticas Económicas y Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Felipe Larraín: “La economía global vive un momento muy desafiante”